domingo, 23 de febrero de 2025

CHAVS. LA DEMONIZACIÓN DE LA CLASE OBRERA, por OWEN JONES

 

CHAVS. LA DEMONIZACIÓN DE LA CLASE OBRERA, por OWEN JONES



Owen Jones irrumpió en el panorama intelectual británico como un huracán joven y apasionado, un enfant terrible de la izquierda que, con apenas veintisiete años, logró sacudir las conciencias de un país entero. Nacido el 8 de agosto de 1984 en Sheffield, una ciudad industrial del norte de Inglaterra marcada por el acero y la lucha obrera, Jones creció en un entorno que destilaba orgullo de clase trabajadora. Hijo de una familia de tradición socialista —su madre profesora y su padre trabajador del sector público—, su infancia transcurrió entre Stockport y Falkirk, lugares donde el pulso de las comunidades obreras aún resonaba, aunque ya debilitado por las transformaciones de finales del siglo XX. Desde pequeño, Owen mostró una curiosidad insaciable por la historia y la política, influido por las conversaciones familiares sobre sindicalismo y justicia social. Estudió Historia en el University College de Oxford, una institución prestigiosa que, sin embargo, no logró domesticar su espíritu rebelde ni su compromiso con las causas que lo habían forjado. Tras graduarse, se trasladó a Londres, donde comenzó a trabajar como investigador parlamentario y colaborador de organizaciones sindicales, un paso lógico para alguien que llevaba el activismo en la sangre.

Su entrada al mundo de la escritura no fue menos explosiva. Columnista habitual en medios como The Guardian, The Independent y New Statesman, Jones se ganó rápidamente una reputación por su estilo incisivo, su capacidad para conectar datos complejos con historias humanas y su valentía al desafiar tanto a la derecha conservadora como a los sectores más complacientes de la izquierda. Pero fue en 2011 cuando su nombre se volvió inescapable, con la publicación de Chavs: La demonización de la clase obrera, un libro que no solo marcó su debut como autor, sino que se convirtió en un fenómeno cultural y político. Aclamado por críticos y lectores, el texto fue seleccionado como uno de los mejores libros de no ficción del año por The New York Times y lo consagró como una de las voces más influyentes de la izquierda británica moderna. Desde entonces, Owen no ha dejado de crecer: ha escrito otros ensayos notables como El Establishment y This Land, ha creado un canal de YouTube donde debate ideas con millones de seguidores y ha coqueteado con la idea de postularse al Parlamento, todo mientras mantiene su identidad como un outsider que habla desde las entrañas de la clase trabajadora.

Chavs: La demonización de la clase obrera no es solo un libro; es un grito de guerra, un espejo incómodo colocado frente a una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado. Publicado en 2011, este ensayo surgió de una chispa personal: una conversación entre amigos progresistas de clase media en la que un comentario despectivo sobre los "chavs" —esa palabra cargada de desprecio usada en Reino Unido para describir a los jóvenes pobres, supuestamente vagos y vulgares— fue recibido con risas en lugar de reproches. Aquel momento encendió en Jones una pregunta que no lo soltó: ¿por qué era socialmente aceptable burlarse de la clase trabajadora cuando cualquier otro prejuicio habría sido censurado? Desde ahí, tejió una obra que combina investigación exhaustiva, análisis sociológico y una narrativa tan apasionante que atrapa al lector desde la primera página. El término "chav", nos explica, es más que un insulto; es un arma cultural, una caricatura que reduce a millones de personas a un estereotipo de chándales baratos, joyas falsas y vidas supuestamente desperdiciadas en subsidios estatales.

Jones desmonta esa imagen con una precisión quirúrgica. Nos lleva de la mano a través de la historia reciente de Reino Unido, desde los días en que la clase obrera era la "sal de la tierra" —los mineros, los obreros de fábricas, los héroes de la posguerra— hasta su transformación en la "escoria de la tierra" bajo el peso del thatcherismo. Margaret Thatcher, con sus políticas neoliberales de los años ochenta, emerge como una figura clave en esta narrativa: su asalto a los sindicatos, la desindustrialización masiva y la privatización de viviendas sociales no solo desmantelaron las estructuras que sostenían a las comunidades trabajadoras, sino que sembraron las semillas de un desprecio institucionalizado. El libro detalla cómo la pérdida de empleos estables en las minas y las fábricas dio paso a trabajos precarios en supermercados y call centers, mientras los medios de comunicación y los políticos —muchos de clase media alta— comenzaron a culpar a los propios trabajadores de su miseria. La pobreza, argumenta Jones, dejó de verse como un problema estructural para convertirse en un defecto moral: si estás en el paro, es porque eres vago; si vives en una vivienda social, es porque no te esfuerzas lo suficiente.

El relato se vuelve aún más vívido cuando Jones introduce ejemplos concretos que resuenan en la cultura popular británica. Habla de Vicky Pollard, el personaje de la serie Little Britain, una adolescente obesa y malhablada que encarna el arquetipo del "chav" y hace reír a millones mientras refuerza el prejuicio. También menciona la tragedia de Hillsborough en 1989, cuando 96 hinchas del Liverpool murieron por un error policial, pero los medios sensacionalistas culparon a los aficionados, tachándolos de borrachos y salvajes —una mentira que tardó décadas en desmentirse. A través de estos casos, Jones ilustra cómo la demonización trasciende lo individual y se convierte en una herramienta política: los "chavs" son el chivo expiatorio perfecto para justificar la desigualdad creciente y el desmantelamiento del Estado del bienestar. Si los pobres son responsables de su destino, ¿para qué invertir en ellos?

Pero Chavs no es solo una denuncia; es un retrato humano y complejo. Jones da voz a los afectados: trabajadores precarios, jóvenes sin futuro, familias atrapadas en barrios olvidados. Nos muestra cómo el fútbol, antaño un bastión de la clase obrera, se ha convertido en un negocio elitista, con entradas prohibitivas y jugadores multimillonarios desconectados de las gradas que los veneraban. También analiza los disturbios de 2011 en Inglaterra, presentándolos no como un estallido de delincuencia sin sentido, sino como una reacción desesperada a la exclusión y la falta de esperanza. El libro culmina con un mensaje de resistencia: aunque la clase trabajadora ha sido silenciada y ridiculizada, su historia no ha terminado. Jones no ofrece soluciones fáciles, pero sí una invitación a repensar nuestra sociedad, a cuestionar los mitos de la meritocracia y a reconocer que la desigualdad no es un accidente, sino un proyecto deliberado.

Lo más destacado del libro es su capacidad para trascender fronteras. Aunque centrado en Reino Unido, sus reflexiones sobre el clasismo, la manipulación mediática y la erosión de la solidaridad resuenan en cualquier país donde las élites hayan culpado a los de abajo por los males de los de arriba. Para Jones, el odio a los "chavs" es un síntoma de algo más grande: una crisis de identidad en una sociedad que ha olvidado de dónde viene. Con una prosa que combina erudición y furia, humor y empatía, Chavs: La demonización de la clase obrera no solo informa, sino que provoca, sacude y, sobre todo, no te deja indiferente. Es una obra que te agarra por el cuello y te obliga a mirar lo que preferirías ignorar, escrita por un autor que, a sus cuarenta años actuales, sigue siendo un faro para quienes creen que otro mundo es posible.





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