Vicente Cárcel Ortí, nacido el 4 de julio de 1940 en Manises, un pueblo de la huerta valenciana, es un sacerdote e historiador español cuya vida parece sacada de una novela de intriga clerical, con archivos secretos y un fervor incansable por desentrañar la verdad histórica. Hijo mayor de tres hermanos, creció en una familia humilde que se trasladó a Valencia en 1959, donde el joven Vicente, apenas un adolescente, sintió el llamado de la fe. Ingresó al Seminario Metropolitano de Moncada y al Colegio del Patriarca, ordenándose sacerdote el 21 de septiembre de 1963, con tan solo 23 años. Su primera misión lo llevó a Paterna como coadjutor de la parroquia de San Pedro Apóstol, pero su espíritu inquieto pronto lo empujó más allá de las misas dominicales. En 1967, partió a Roma, esa ciudad de cúpulas doradas y secretos milenarios, para sumergirse en un torbellino académico: se doctoró en Historia Eclesiástica por la Pontificia Universidad Gregoriana, en Derecho Canónico por el Angelicum y, de regreso a España, en Historia por la Universidad de Valencia con un premio extraordinario en 1977. Su carrera en el Vaticano, donde trabajó desde hace más de cuatro décadas, lo convirtió en bibliotecario del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y jefe de cancillería, un custodio de documentos que ha desempolvado los entresijos de la Iglesia con la precisión de un relojero.
Cárcel Ortí no es un simple académico de poltrona; es un narrador del pasado con alma de detective. Autor de más de cincuenta libros, su pluma ha recorrido desde la historia de la Iglesia en Valencia hasta los martirios del siglo XX, pero su obsesión más notable ha sido el período convulso de la Segunda República y la Guerra Civil española. Su acceso privilegiado al Archivo Secreto Vaticano le permitió hurgar en legajos olvidados, transformando datos áridos en relatos vivos que desafían las versiones oficiales. Entre sus obras destacan Mártires españoles del siglo XX, La gran persecución: España 1931-1939 y, por supuesto, La persecución religiosa en España durante la Segunda República (1931-1939), publicada en 1990 por Rialp y reeditada en 2022. Este hombre de sotana y gafas, que combina la humildad de un párroco rural con la erudición de un cardenal renacentista, ha sido nombrado vicario episcopal para la comunidad valenciana en Roma, un reconocimiento a su labor titánica. A sus 84 años, sigue siendo un faro para quienes buscan entender las sombras de la historia, un sacerdote que prefiere las verdades incómodas a los sermones complacientes.
La persecución religiosa en España durante la Segunda República (1931-1939) es un libro que no se conforma con ser un mero recuento histórico; es una zambullida apasionante en uno de los capítulos más oscuros y controvertidos de la España moderna, escrito con la mano firme de quien conoce cada rincón de los archivos y cada latido de la tragedia. Vicente Cárcel Ortí nos lleva de la mano por los cinco años que separan la proclamación de la República el 14 de abril de 1931 del estallido de la Guerra Civil en julio de 1936, un lustro donde la fe católica se convirtió en blanco de una furia que dejó miles de muertos y un país fracturado. Desde las primeras páginas, el autor despliega un enfoque sereno pero implacable: no busca ajustar cuentas ni lanzar acusaciones, sino arrojar luz sobre un fenómeno que, según él, no puede entenderse sin analizar el choque frontal entre la Iglesia y un régimen que nació con promesas de libertad pero derivó en hostilidad abierta. Con una prosa que combina rigor académico y un ritmo casi novelesco, Cárcel Ortí convierte estadísticas y documentos en una crónica que atrapa, como si estuviéramos escuchando el relato de un testigo que sobrevivió al incendio.
El libro arranca con un panorama que pone los pelos de punta: apenas un mes después de la llegada de la República, el 11 de mayo de 1931, conventos e iglesias arden en Madrid, Málaga y otras ciudades, mientras las campanas callan y las turbas gritan. Cárcel Ortí no se limita a describir el humo y las llamas; indaga en las raíces del conflicto, explorando las “responsabilidades históricas” de una Iglesia acusada de aliarse con los poderosos, pero también las políticas anticlericales de un gobierno que vio en el clero un obstáculo para su proyecto laico. El autor detalla cómo la Constitución de 1931 separó Iglesia y Estado, prohibió a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza y cortó las subvenciones al clero, medidas que desataron una ola de resentimiento popular alimentada por décadas de tensiones. A medida que avanzan los capítulos, el lector siente el crescendo de la violencia: los disturbios de octubre de 1934 en Asturias, donde curas y seminaristas son masacrados, preludian la tormenta que estalla en 1936. Cárcel Ortí documenta con precisión escalofriante los 6.832 religiosos asesinados —4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y 283 monjas—, cifras que no son solo números, sino ecos de vidas segadas en un frenesí que él describe como una “persecución sin parangón en la Europa moderna”.
Pero este no es un libro de mártires santificados ni de villanos caricaturescos. Cárcel Ortí se adentra en los claroscuros: analiza las negociaciones entre el gobierno de Juan Negrín y el Vaticano, un intento tardío de apagar el fuego cuando las brasas ya consumían el país, y dedica espacio a los procesos de beatificación de las víctimas, mostrando cómo la Iglesia transformó el dolor en testimonio. Hay momentos que cortan la respiración, como el relato del cardenal Pedro Segura, primado de Toledo, expulsado en 1931 tras desafiar al régimen con su defensa de la monarquía, o la quema de imágenes sagradas que simbolizó el rechazo visceral a siglos de hegemonía católica. El autor no confunde esta persecución con la represión política de ambos bandos en la Guerra Civil; la presenta como un fenómeno paralelo, una explosión de anticlericalismo que mezcla ideología, venganza y caos. Su narrativa es didáctica sin ser pesada: explica términos como “laicismo” o “milicia revolucionaria” con claridad, haciendo que el lector, sea experto o novato, se sienta parte de la historia.
Entre los pasajes más impactantes está la descripción de los primeros meses de la guerra, cuando miles de iglesias son saqueadas y el clero huye o muere en cunetas, un caos que Cárcel Ortí compara con una “noche de San Bartolomé” extendida. Sin embargo, también hay destellos de humanidad: sacerdotes escondidos por vecinos, religiosas que resisten con una fe de acero, y un Vaticano que, desde la distancia, observa con impotencia. El libro culmina con una reflexión que deja al lector inquieto: esta persecución no fue un accidente, sino el clímax de un enfrentamiento larvado entre tradición y modernidad, entre la cruz y la revolución. La persecución religiosa en España durante la Segunda República (1931-1939) es una obra que no solo informa, sino que sacude; es un espejo donde España se mira con asombro y espanto, escrito por un hombre que ha dedicado su vida a entender por qué la fe, en tiempos de crisis, puede ser tanto un refugio como un campo de batalla. Leerlo es comprender que la historia, como la buena literatura, no da respuestas fáciles, pero sí preguntas que no dejan de resonar.
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