domingo, 23 de febrero de 2025

EL ELEGIDO DE LOS DIOSES. LA HISTORIA DE EVARISTE GALOIS, por LEOPOLD INFELD

 

EL ELEGIDO DE LOS DIOSES. LA HISTORIA DE EVARISTE GALOIS, por LEOPOLD INFELD



Leopold Infeld nació el 20 de agosto de 1898 en Cracovia, una ciudad polaca entonces bajo el dominio del Imperio Austrohúngaro, donde las calles empedradas y los salones académicos susurraban historias de resistencia y conocimiento. Hijo de una familia judía de clase media, su infancia estuvo marcada por una curiosidad voraz que lo llevó a devorar libros y a soñar con las estrellas, aunque su entorno no siempre entendió esa chispa. Estudió física en la Universidad Jaguelónica, un refugio de saber en una Polonia que aún buscaba su identidad, y allí comenzó a forjar las ideas que lo catapultarían al mundo científico. Su vida dio un giro cuando, en 1936, huyó del espectro del nazismo hacia Inglaterra y luego a Estados Unidos, donde colaboró con Albert Einstein en Princeton, un encuentro que no solo moldeó su carrera, sino que lo consagró como un nombre en la física teórica. Juntos desarrollaron la teoría del movimiento en la relatividad general, un legado que aún resuena en los pasillos de la ciencia. Pero Infeld no era solo un hombre de ecuaciones; su pluma también danzaba con las palabras, y tras regresar a Polonia después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un narrador de historias que unían el rigor del intelecto con la pasión del alma.

Su vida no estuvo exenta de tormentas. En 1950, acusado de simpatías comunistas durante la Guerra Fría, fue despojado de su ciudadanía canadiense —donde había enseñado en Toronto— y se refugió en Varsovia, abrazando un país que lo recibió con los brazos abiertos. Allí, como profesor y miembro de la Academia Polaca de Ciencias, dejó una huella imborrable, no solo en la física con obras como La evolución de la física, escrita con Einstein, sino también en la literatura. El elegido de los dioses. La historia de Evariste Galois, publicado originalmente en 1948 en inglés bajo el título Whom the Gods Love y traducido al español en 1978, es un testimonio de su habilidad para transformar vidas reales en relatos que laten con intensidad. Infeld murió el 15 de enero de 1968 en Varsovia, dejando tras de sí un legado dual: un científico que desentrañó los misterios del universo y un escritor que dio voz a los genios olvidados. Su obra sobre Galois no es solo una biografía; es un canto a la rebeldía, al genio incomprendido y a la belleza trágica de una vida breve pero incandescente, un reflejo de su propia existencia marcada por la lucha y la creatividad.

El elegido de los dioses. La historia de Evariste Galois es una obra que te agarra desde la primera página y no te suelta, como si el propio Infeld te tomara de la mano para llevarte al torbellino de la Francia revolucionaria. No es una biografía seca ni un tratado matemático árido; es una novela histórica que respira vida, un retrato vibrante de Evariste Galois, el joven prodigio que, con apenas 20 años, dejó una marca imborrable en las matemáticas antes de que un duelo segara su existencia en 1832. Infeld comienza con un telón de fondo que hierve de caos: París en los albores de la Revolución de 1830, donde las barricadas se alzan como gritos de libertad y las ideas hierven en las mentes de los jóvenes. Aquí conocemos a Galois, un chico de rostro afilado y ojos que parecen atravesar el mundo, hijo de un alcalde liberal y una madre severa, criado en un pueblecito donde la monotonía chocaba con su espíritu inquieto. Desde niño, su genio matemático despunta como un relámpago: a los 16 años ya devora tratados de álgebra y geometría, y a los 17 escribe las bases de lo que hoy conocemos como la teoría de Galois, un pilar del álgebra moderna que revolucionó la noción de estructura en las ecuaciones.

La historia no se queda en las fórmulas; Infeld teje un tapiz donde la pasión política de Galois arde con la misma intensidad que su intelecto. Expulsado de la Escuela Normal Superior por su rebeldía, rechazado por la elitista Academia de Ciencias que no entendió sus manuscritos, el joven se lanza a las calles con los republicanos, desafiando a la monarquía de Luis Felipe con un fervor que lo lleva a la cárcel. Allí, entre rejas húmedas y el eco de sus pensamientos, escribe febrilmente, consciente de que su tiempo se esfuma. Infeld pinta estos momentos con una prosa que te hace oler el moho de la prisión de Sainte-Pélagie y sentir el peso de la pluma en la mano de Galois mientras garabatea sus últimas ideas en la víspera de su fatal duelo. El autor no esquiva el misterio de esa muerte: un enfrentamiento por un amor —o tal vez una trampa política disfrazada de honor— que lo lleva a caer en un campo al amanecer, con solo 20 años, dejando tras de sí páginas que el mundo tardaría décadas en descifrar. Es un relato de genio y tragedia, donde cada capítulo te empuja a preguntarte qué más podría haber logrado si el destino no hubiera sido tan cruel.

Lo que hace a este libro adictivo es cómo Infeld equilibra la mente brillante de Galois con su corazón ardiente. No necesitas ser matemático para quedar atrapado; el autor apenas roza las ecuaciones, enfocándose en cambio en el alma del protagonista: su odio al rey, su amor por la libertad, su desprecio por los académicos que lo ignoraron. Hay escenas que te cortan el aliento, como cuando Galois, en un banquete, alza una daga y brinda por la revolución, sabiendo que sus palabras lo condenan. Otras te envuelven en melancolía, como el suicidio de su padre, acosado por un cura mezquino, un golpe que empuja al joven aún más hacia la rebeldía. Infeld también da vida a personajes secundarios —amigos republicanos, profesores obtusos, una amante esquiva— que dan color a la trama sin robarle el foco al héroe. El París que describe es un hervidero de pólvora y sueños, un escenario donde las ideas matan tan rápido como las balas, y donde Galois camina como un titán condenado, demasiado grande para su época.

Entre los tesoros del libro está su retrato de Galois como un mártir de la ciencia y la libertad. Infeld no lo idealiza; lo muestra arrogante, impulsivo, a veces odioso, pero siempre humano. Su teoría, que resolvió enigmas matemáticos pendientes por siglos, como las condiciones para solucionar ecuaciones por radicales, se menciona con reverencia, pero el foco está en el hombre: un chico que, incomprendido, escribió su legado en una noche febril antes de morir. La edición en español, publicada por Siglo XXI Editores, conserva la pasión del original, aunque algunos lectores notan que la impresión podría ser más cuidada. Es una obra que no solo educa sobre un genio olvidado, sino que te hace sentir su fuego, su frustración, su brillo. Leopold Infeld, con su propia vida marcada por exilios y luchas, encuentra en Galois un eco de su espíritu, y el resultado es un libro que no solo cuenta una historia, sino que te la hace vivir, dejándote con un nudo en la garganta y una pregunta que resuena: ¿qué habría sido del mundo si los dioses no lo hubieran elegido tan pronto?





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