sábado, 31 de mayo de 2025

DEMENCIA DIGITAL, por MANFRED SPITZER

 


DEMENCIA DIGITAL, por MANFRED SPITZER



Manfred Spitzer es una de las figuras más influyentes y polémicas del panorama neurocientífico europeo contemporáneo. Nacido en Lengfeld, Alemania, en 1958, Spitzer es psiquiatra, psicólogo, filósofo y neurocientífico, una combinación de saberes que le ha permitido abordar el estudio de la mente humana desde una perspectiva integral y multidisciplinar. Tras formarse en el Max-Planck-Gymnasium de Groß-Umstadt, estudió Medicina, Psicología y Filosofía en la Universidad de Friburgo, y posteriormente se doctoró en Psiquiatría. Su vocación investigadora lo llevó a ejercer como profesor invitado en la Universidad de Harvard en dos ocasiones, y a dirigir la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Ulm, así como el Centro de Transferencia de Conocimientos para las Neurociencias y el Aprendizaje. Spitzer ha publicado decenas de libros y artículos científicos, y es editor de la revista Nervenheilkunde. Su obra, traducida a varios idiomas, abarca desde la psicopatología clínica hasta la neuroeducación, pasando por la música, la creatividad y la filosofía de la mente. Sin embargo, es en su faceta de divulgador y crítico de la sociedad digital donde ha alcanzado mayor notoriedad y controversia, especialmente por sus advertencias sobre los riesgos de la exposición temprana y excesiva a las pantallas en niños y adolescentes.

“Demencia digital” es, quizá, el libro que mejor condensa la visión crítica y el estilo combativo de Manfred Spitzer. Publicado en 2012, la obra se convirtió rápidamente en un best seller en Alemania y desató un intenso debate internacional sobre el impacto de las tecnologías digitales en el cerebro humano. El título, deliberadamente provocador, remite a una de las tesis centrales del libro: el uso intensivo y acrítico de dispositivos digitales —ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes— puede estar provocando un deterioro cognitivo en las nuevas generaciones, análogo en algunos aspectos a la demencia senil. Spitzer, apoyándose en una vasta bibliografía científica y en su experiencia clínica, sostiene que la digitalización prematura de la infancia y la adolescencia no solo no mejora el aprendizaje, sino que lo empobrece, y que la exposición constante a pantallas afecta negativamente la memoria, la atención, la creatividad y la capacidad de socialización.

La estructura del libro alterna capítulos de divulgación neurocientífica con análisis sociales y ejemplos de la vida cotidiana. Spitzer explica con claridad cómo funciona el cerebro humano, especialmente durante el desarrollo infantil y juvenil, y por qué el aprendizaje efectivo requiere experiencia directa, interacción social, movimiento y esfuerzo. Según el autor, las tecnologías digitales, lejos de potenciar estas capacidades, tienden a atrofiarlas, sustituyendo el aprendizaje activo por el consumo pasivo de información, y la interacción real por la virtual. El resultado, advierte Spitzer, es una generación más vulnerable a la distracción, la impulsividad, la adicción y la superficialidad intelectual. El autor no se limita a denunciar los riesgos, sino que también explora los mecanismos neurobiológicos implicados: la plasticidad cerebral, la memoria de trabajo, el papel del lóbulo frontal en el autocontrol y la toma de decisiones, y cómo todo ello se ve alterado por el uso excesivo de pantallas.

Uno de los aspectos más destacados y controvertidos del libro es su crítica frontal a la introducción masiva de dispositivos digitales en las aulas. Spitzer argumenta que la digitalización de la educación, lejos de mejorar los resultados académicos, está contribuyendo a un empobrecimiento del pensamiento crítico y a una dependencia creciente de la tecnología. El autor cita estudios que muestran cómo el uso de ordenadores en clase no solo no mejora el rendimiento, sino que puede agravarlo, especialmente en habilidades básicas como la lectura, la escritura y el cálculo. Para Spitzer, la clave del aprendizaje reside en la experiencia directa, el esfuerzo sostenido y la interacción humana, elementos que la tecnología digital tiende a desplazar.

El estilo de Spitzer es directo, apasionado y, en ocasiones, deliberadamente provocador. No duda en emplear metáforas contundentes y ejemplos llamativos para captar la atención del lector y sacudir conciencias. A lo largo del libro, se muestra especialmente crítico con la industria tecnológica y con los discursos que presentan la digitalización como una panacea universal. Sin embargo, su objetivo no es demonizar la tecnología, sino advertir sobre sus riesgos cuando se utiliza sin criterio, especialmente en las etapas más sensibles del desarrollo cerebral. Spitzer insiste en la necesidad de un uso responsable y moderado de los dispositivos digitales, y en la importancia de preservar espacios y tiempos para el aprendizaje activo, la lectura profunda, el juego, el deporte y la convivencia real.

Entre las citas más emblemáticas del libro, destaca la frase: “¿Por qué no dejamos de una vez por todas de estupidizar sistemáticamente a las nuevas generaciones?” Esta sentencia resume el tono combativo de la obra y su preocupación por el futuro intelectual de la juventud. Otra cita relevante es: “El cerebro es como un músculo: lo que no se usa, se atrofia.” Aquí, Spitzer emplea una metáfora sencilla pero eficaz para explicar el principio de plasticidad cerebral y la importancia del ejercicio mental frente al consumo pasivo de información. Una tercera reflexión clave es: “La caverna digital puede ser peor que la del Paleolítico”, con la que advierte sobre el riesgo de que la inmersión acrítica en el mundo digital nos aísle y empobrezca más que los entornos primitivos, pese a la aparente sofisticación tecnológica.

Cada una de estas citas encierra una advertencia y una invitación a la reflexión. La primera interpela directamente a padres, educadores y responsables políticos, llamando la atención sobre la responsabilidad colectiva en la formación de las nuevas generaciones. La segunda explica, de manera didáctica, por qué el cerebro necesita desafíos y aprendizajes activos para desarrollarse plenamente. La tercera, con su tono irónico, alerta sobre el peligro de confundir progreso tecnológico con progreso humano.

“Demencia digital” es, en definitiva, un libro que no deja indiferente. Su fuerza reside en la combinación de rigor científico, claridad expositiva y valentía intelectual. Spitzer no teme ir contracorriente ni enfrentarse a los consensos dominantes, y su diagnóstico, aunque polémico, está respaldado por una sólida base empírica. La obra invita a repensar el papel de la tecnología en la vida cotidiana y, sobre todo, en la educación, y a recuperar el valor de la experiencia, el esfuerzo y la interacción humana en la formación del cerebro y la personalidad. Es un llamado urgente a la responsabilidad y al sentido crítico, y una advertencia sobre los riesgos de delegar en las pantallas la tarea de educar, comunicar y pensar. Con “Demencia digital”, Manfred Spitzer se consolida como una de las voces más necesarias y provocadoras en el debate sobre el futuro de la mente en la era digital.



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